
¿Premiar o castigar la impuntualidad?
Un restaurante en Italia ha decidido tomar cartas en el asunto con una estrategia que muchos tildan de absurda, mientras otros la aplauden con entusiasmo. El debate está más que servido.
Mientras en muchos restaurantes se aplica el cobro por adelantado para evitar pérdidas por cancelaciones de último minuto, un restaurante italiano ha ido mucho más allá y ha declarado la guerra a los clientes impuntuales.
Descuentos para incentivar la puntualidad
Cansados de ver mesas vacías o de recibir a comensales 30 minutos tarde “porque sí”, los dueños del local han adoptado una medida que ha desatado la controversia en redes sociales: quien llegue puntual recibe un 20% de descuento. Quien llegue tarde, paga un 5% más. Tan simple como radical.
¿Una estrategia brillante o una locura?
La idea ha dividido por completo las opiniones de los comensales. Algunos defienden la medida como una forma legítima de proteger el negocio frente al creciente egoísmo del consumidor moderno, que no avisa, no llega o simplemente no respeta el tiempo ajeno.
Pero otros la ven como una afrenta al cliente, una jugada arrogante que trata a los comensales como escolares castigados.
Recargos sin excepciones
Lo curioso es que no se trata de una penalización económica por cancelar o no presentarse, algo cada vez más habitual, especialmente en zonas turísticas, sino que el simple hecho de llegar cinco minutos tarde por tráfico—por un bebé llorando o por una mala indicación de Google Maps—ya se traduce en un recargo.

¿Qué pasaría en España?
Si esta política llegara a implementarse en España, el colapso estaría garantizado. No son pocos los hosteleros que, día tras día, se quejan en redes sociales del «relajado concepto de puntualidad» del cliente medio español. Pero, ¿cobrarle más por llegar tarde? Sería poco menos que escandaloso.
Sin embargo, ¿por qué seguimos considerando normal que alguien reserve mesa a las 9 y aparezca a las 9:45 como si nada? ¿Por qué el cliente siempre tiene razón incluso cuando arruina el turno del siguiente cliente?
Poner límites no es un crimen
En tiempos en que todo se mide al milímetro —el tiempo, los costes, la rotación—, algunos restaurantes están hartos de jugar a perder. Este local italiano ha sido el primero en poner límites… y puede que no sea el último.