
Un análisis basado en los datos médicos de más de 2,4 millones de personas con diabetes que utilizan medicamentos análogos del GLP-1 sugiere que estos tratamientos, conocidos popularmente por su uso para perder peso, también pueden tener efectos beneficiosos en la salud cardiovascular y mental, así como en la prevención de algunas demencias. Sin embargo, también podrían estar relacionados con un mayor riesgo de desarrollar problemas digestivos, renales y pancreáticos.
Pincharse para adelgazar… ¿y algo más?
Estos fármacos, en contraste con muchos productos que prometen resultados sin base, sí han demostrado eficacia para reducir el peso corporal, lo que ha contribuido a su fama como una especie de “remedio milagroso”.
Esa percepción de que ayudan a adelgazar sin esfuerzo ha generado una demanda tan elevada que incluso han llegado a escasear en las farmacias, impidiendo su uso en pacientes con diabetes tipo 2, para quienes fueron desarrollados originalmente.
De acuerdo con una encuesta reciente en Estados Unidos, aproximadamente uno de cada ocho adultos los ha utilizado o probado. Pero su creciente popularidad ha desplazado la atención sobre posibles efectos adversos. Un nuevo estudio publicado esta semana en Nature Medicine confirma que, aunque poco frecuentes, estos efectos secundarios pueden ser relevantes.
Los beneficios de Ozempic, Mounjaro, Wegovy y demás
La historia del Péptido Similar al Glucagón tipo 1 (GLP-1) comienza entre las décadas de 1970 y 1980, cuando varios investigadores comenzaron a estudiar este compuesto. Se trata de una hormona intestinal derivada de un único gen, al igual que otras dos.
Fue Svetlana Mojsov, científica del Hospital General de Massachusetts, quien identificó el GLP-1 como un péptido que estimula la producción de insulina en respuesta a la ingesta de glucosa, lo que lo convirtió en un posible candidato para tratar la diabetes tipo 2, donde la insulina pierde su efectividad y los niveles de azúcar en sangre aumentan.
Desde la aparición en el mercado del primer medicamento de esta clase, Byetta, en 2005, su capacidad para favorecer la pérdida de peso comenzó a popularizar estos fármacos.
Debido a que el GLP-1 se descompone rápidamente en el cuerpo, fue necesario desarrollar versiones sintéticas de acción prolongada, un proceso que llevó años. Durante esas investigaciones, se descubrió algo crucial: estos medicamentos también suprimen el apetito y ralentizan la digestión, lo que contribuye a una mayor sensación de saciedad.
Tras Byetta, llegaron nuevas versiones y nombres comerciales. Ozempic es quizá el más famoso —aprobado en EE.UU. en 2017 y en Europa al año siguiente—, aunque existen otras marcas como Wegovy, Rybelsus o Mounjaro.
Prohibida su venta sin receta
El impacto ha sido tal que en 2023, la revista Science los reconoció como el mayor avance científico del año. Por su parte, Nature incluyó a Mojsov en su lista de personas más influyentes en ciencia, reconociendo su contribución tras años de escaso reconocimiento.
Sin embargo, como ocurrió en su día con la Viagra, la popularidad de estos fármacos ha tenido consecuencias más controvertidas: en España, la Agencia de Medicamentos ha advertido sobre su venta sin receta, lo que ha provocado desabastecimientos, mientras que la OMS alertó sobre copias falsas. Según datos de la empresa BrandShield, se han detectado más de 250 webs ofreciendo versiones fraudulentas.
Los peligros de la poca investigación a largo plazo
“El uso de estos medicamentos ha explotado”, afirma Ziyad Al-Aly, epidemiólogo de la Universidad de Washington en San Luis, quien también lidera el Centro de Epidemiología Clínica del sistema de salud para veteranos. “Y sin embargo, nadie había hecho un estudio tan completo sobre sus beneficios y riesgos”.
Al-Aly utilizó registros médicos de pacientes veteranos para construir una base de datos anónima. Comparó los resultados de salud de 215.970 personas que tomaban análogos de GLP-1 con más de dos millones que usaban otros tratamientos antidiabéticos entre 2017 y 2023, hasta alcanzar una muestra total superior a los 2,4 millones.
El trabajo muestra que, además de los beneficios cardiovasculares y la reducción del riesgo de trombos, también hay asociaciones con una menor incidencia de adicciones, ciertos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, intentos de suicidio, convulsiones, infecciones y sus complicaciones, así como demencias como el alzhéimer. Aunque estos beneficios no son extremos —rondan entre el 10 y el 20 % de reducción del riesgo, un 12 % en el caso del alzhéimer—, sí son estadísticamente significativos.
No obstante, Al-Aly advierte que el estudio no demuestra causalidad, solo correlaciones. Señala que estos medicamentos actúan sobre receptores del cerebro relacionados con el control de impulsos, la adicción y los sistemas de recompensa, lo cual podría explicar parte de sus efectos. Además, menciona que la reducción de inflamación cerebral y el adelgazamiento pueden favorecer la salud neurológica.
Efectos secundarios preocupantes
Pero no todo es positivo. El estudio también detectó un incremento en problemas como hipotensión con desmayos, trastornos del sueño, cefaleas, artritis, problemas gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarreas, e incluso parálisis gástrica), afecciones renales y pancreáticas.
Estos dos últimos efectos se documentan por primera vez en esta investigación. Aunque no son comunes, pueden tener consecuencias serias, por lo que los autores recomiendan vigilar síntomas de pancreatitis o cálculos renales en pacientes que siguen este tratamiento.
El balance general del estudio muestra una disminución en el riesgo de 42 condiciones de salud y un aumento en otras 19. Sin embargo, Al-Aly reconoce limitaciones: la muestra está compuesta en su mayoría por hombres mayores, y no se han considerado diferencias según dosis ni grupos poblacionales específicos.
“Nuestros hallazgos abren la puerta a nuevas aplicaciones médicas para estos medicamentos”, concluye Al-Aly, “pero también subrayan la importancia de monitorizar cuidadosamente sus efectos adversos”.