
En apenas dos años, Bilal Iqbal, de 25 años, y Ummad Ahmed, de 32, amasaron más de un millón de libras gracias a esta operación encubierta.
Dos hombres que se hacían pasar por limpiadores de ventanas fueron condenados a prisión tras descubrirse que dirigían una sofisticada red de falsificación de carnés de conducir británicos, vendiéndolos a inmigrantes irregulares y delincuentes.
El esquema, calificado por la justicia como un negocio “altamente lucrativo y a gran escala”, funcionaba como una empresa comercial clandestina. Utilizaban redes sociales para ofrecer documentos falsos desde 60 libras, con una opción exprés por 40 libras adicionales. Aunque se ha confirmado que distribuyeron al menos 5.000 licencias falsas, las autoridades sospechan que el número real podría alcanzar las 40.000.
Relojes de alta gama, coches caros y vacaciones extravagantes
Las investigaciones revelaron que ambos llevaban una vida llena de lujos, con relojes de alta gama, ropa de diseñador, automóviles costosos, cenas exclusivas y vacaciones extravagantes. En el teléfono móvil de Iqbal se encontraron vídeos que mostraban tanto los carnés siendo enviados por correo como su estilo de vida opulento.
El dinero era canalizado a través de cuentas de “mulas financieras” y luego blanqueado mediante una supuesta empresa de limpieza de ventanas, Sparkle Up Ltd, en la que Ahmed figuraba como director. El fraude salió a la luz cuando la Agencia Nacional contra el Crimen (NCA) investigó a un narcotraficante de Liverpool, Eddie Burton, de 23 años, quien usó uno de estos documentos falsos para expandir sus operaciones en Europa.
El juez Alex Gordon condenó a ambos a seis años de prisión, destacando que eran “los cerebros” detrás de una red sofisticada y prolongada en el tiempo. Según detalló, no solo producían las licencias, sino que también reclutaban personas para recibir los pagos y ocultar el dinero. Aunque algunos compradores buscaban usar los documentos para comprar alcohol siendo menores de edad, otros —como Burton— los empleaban para eludir a la justicia.
La NCA calificó la operación como un caso claro de crimen organizado. Los carnés, de apariencia profesional, incluían adhesivos holográficos comprados por internet y eran lo suficientemente convincentes para superar controles básicos. Se enviaron al menos 5.000 entre 2022 y principios de este año, aunque se cree que la red podría haber estado operando durante hasta ocho años.
Los pagos eran depositados en cuentas ajenas a cambio de una comisión del cinco por ciento. Solo entre enero de 2022 y septiembre de 2023, Iqbal movió más de un millón de libras, con un beneficio de más de 660.000 libras.
Los falsificadores fueron arrestados el 21 de enero, justo antes de volar a Dubái. Iqbal fue interceptado con 19 licencias en sobres listos para enviar, y otras 21 fueron halladas en su casa en Ilford. Ahmed fue detenido en su vivienda de Hornchurch, donde se encontraron impresoras, plastificadoras, tarjetas en blanco, material holográfico, discos duros y más de 30.000 libras en efectivo.
También se localizó una máquina para sellado térmico en un almacén próximo al aeropuerto de la City de Londres. El fiscal Deepak Kapur explicó que los acusados, con ayuda de terceros, gestionaban pedidos que luego eran impresos y enviados por correo.
El éxito de los estafadores: cientos de pedidos en cola
Los teléfonos móviles intervenidos revelaron conversaciones por WhatsApp con hasta 300 pedidos en cola. Ambos se declararon culpables en febrero por posesión y fabricación de documentos falsos, blanqueo de capitales y participación en la ocultación de beneficios delictivos.
La defensa de Iqbal aseguró que su implicación comenzó tras conflictos familiares y que lamenta profundamente sus actos. Ahmed, por su parte, alegó haber cometido un “grave error de juicio” tras atravesar dificultades económicas y que sus hijos siguen sin saber que está en prisión.
Desde la NCA subrayan que combatir a quienes facilitan el crimen organizado, como Iqbal y Ahmed, es clave en la lucha para proteger a la sociedad del crimen grave.